1 de junio de 2009

Exhumaciones

La exhumación de cadáveres es requerida en tres oportunidades:

  1. Cuando el deceso ha sido por causas violentas y el cadáver se ha inhumado sin la respectiva necropsia.

  2. Como auto ampliatorio, cuando lo ordena el funcionario que instruye un proceso.

  3. Cuando la familia desea retirar los restos óseos para colocarlos en un osario.

La primera de las causas se presenta en dos oportunidades diferente: La una, cuando ha existido atención médica, luego una de las lesiones personales, dolosas, culposas o accidentales, y por haber transcurrido algún tiempo, cree el médico tratante que no se requiere la necropsia, como por ejemplo una sepsis. La otra oportunidad se presenta en casos en los que el municipio o el poblado carece de médico y entonces procede a una inhumación provisional; para estos casos seria de gran utilidad que en los cementerios de esos lugares existiera una bóveda destinada para las inhumaciones provisionales, a fin de agilizar el trabajo de los funcionarios que han de intervenir en esas actuaciones.

La segunda de las indicaciones es la ampliación de lesiones que no fueron señaladas en la necropsia inicial, y que luego en la instrucción del sumario parecen importantes.

En las dos oportunidades anteriores, la exhumación es del ámbito judicial, y pudieran evitarse expidiendo juiciosamente el médico tratante los certificados de defunción y practicándose completas en cada caso.

Si las lesiones fueron en los tejidos blandos o en viseras abdominales o vasculares, la exhumación sólo aporta datos de utilidad en las primeras dos o tres semanas en climas cálidos, y en el primer mes en climas fríos de positividad va disminuyendo a tal punto que seis meses después del deceso es de dudosa utilidad la exhumación, excepto cuando hubo lesiones óseas, o algunos envenenamientos. En lesiones óseas, las fracturas antiguas o recientes y los callos óseos permanecen casi indefinidamente.

En intoxicaciones, depende del tóxico que ha de investigarse; los insecticidas pueden detectarse en los primeros meses, y una posible indicación de ese deceso, lo constituye la ausencia de la fauna cadavérica; el alcohol etílico y el cianuro pueden generarse espontáneamente por la fermentación bacteriana de los azúcares en el primer caso, y la putrefacción en el otro; por iguales circunstancias se ha dicho que puede generarse monóxido de carbono; también como artificio pueden aparecer radicales fenoles que interferirán con el análisis de radicales ácidos; drogas como barbitúricos, metacualonas, glutetimide, nicotina, cloroquina, pueden extraerse, aún años después del deceso; los metales y metaloides pueden llegar a demostrarse años después. En estos casos valen algunas consideraciones respecto de la colección de muestras: se debe remitir todo material liquido que exista en el fondo del ataúd; pedazos de cajón de la parte más baja, y aún en tierra también de debajo del cuerpo; los músculos estriados en muslos que se conservan por muchos años, han de recolectarse; si hay restos de cabellos, también se recolectan; huesos es también útil, tomando por ejemplo costillas.

Si el cadáver fue embalsamado, ha de tenerse en cuenta que la sustancia más utilizada es el formol con algunas anilinas, lo que anula la investigación del alcohol metílico y dificulta el estudio del alcohol etílico y de otras sustancias reductoras.

En los casos en los que la exhumación no es posible, por ser lugar inaccesible, o por no poderse localizar la sepultura, o porque se deduce que por el tiempo transcurrido no debe haber hallazgos, puede recurrirse a una prueba supletoria para que el perito médico conceptúe, previo conocimiento del acta de levantamiento del cadáver y de las circunstancias procesales, las probables causas del deceso y su nexo de causalidad con las lesiones, lo que es aceptado por nuestra Corte Suprema de Justicia.

Finalmente, la tercera de la indicaciones, la extracción de los restos óseos, fue estructurada en la Ley 9ª de 1979, Código Sanitario Nacional.

Durante la exhumación debe seguirse el procedimiento siguiente:

  1. Dejar constancia de la fecha, la ubicación, la hora de comienzo y terminación de la exhumación y el nombre de todos los trabajadores.

  2. Debe dejarse constancia de la información en forma narrativa, complementada con dibujos y fotografías.

  3. Fotografiar la zona de trabajo desde la misma perspectiva antes de iniciar los trabajos y después de que concluyan todos los días a fin de documentar las alteraciones que no se relacionen con el procedimiento oficial.

  4. En algunos casos es necesario ubicar en primer lugar la fosa en una superficie determinada. Hay numerosos métodos de ubicación de fosas según su antigüedad:
  • Un arqueólogo experimentado puede reconocer huellas como los cambios de contorno superficial y variaciones de la vegetación local.

  • Puede usarse la sonda metálica para ubicar características menos compactas de suelo utilizado para rellenar la fosa.

  • Puede despejarse la zona que se investiga y aportar el suelo de la superficie con una pala plana. Las fosas tiene una apariencia más oscura que el terreno que las rodea porque el suelo superficial más oscuro se ha mezclado con el subsuelo más claro en el lugar en que se ha rellenado la fosa. A veces la aspersión ligera de agua sobre la superficie puede realzar los contornos de la fosa.

5. Clasificar el entierro de la manera siguiente:

  • Individual o mezclado.

  • Aislado o adyacente.

  • Primario o secundario.

  • Inalterado o alterado.

6. Asignar un número inequívoco al entierro. si no se está utilizando ya un sistema adecuado de numeración, el antropólogo debe idear uno.

7. Establecer un punto inicial, y luego cuadricular y hacer un gráfico del lugar del entierro haciendo una rejilla de tamaño apropiado y siguiendo técnicas arqueológicas normales. En algunos casos, puede bastar con medir la profundidad de la fosa desde la superficie hasta el cráneo y desde la superficie hasta los pies.

8. Extraer la capa superior de tierra, examinando está en busca de materiales asociados. Dejar constancia del nivel (la profundidad) y las coordenadas relativas de los hallazgos de esa especie. El tipo de entierro especialmente si es primario o secundario, influye en el cuidado y atención que es necesario prestar en este momento.

9. Un detector de metales es útil para hallar elementos como balas o joyas, particularmente en los niveles inmediatamente superior o inferior al nivel de los restos.

10. Cuando se ubique el nivel del entierro, circunscribir el cadáver y si es posible, abrir la excavación del entierro a un mínimo de treinta centímetros a los costados del cadáver.

11. Hacer un pedestal del entierro, excavando todos los costados hasta el nivel inferior del cadáver.

12. Exponer los restos con un cepillo blando o escobilla, No utilizar el cepillo sobre la tela, por cuanto puede destruir los restos de fibras. Examinar el suelo alrededor del cráneo en busca de pelo. Colocar este suelo en una bolsa para estudiar en el laboratorio. Los restos pueden ser frágiles, y es importante determinar la interrelación de los elementos que se pueden alterar fácilmente.

13. Fotografiar y hacer un gráfico de los restos en el lugar mismo. Todas la fotografías deben incluir un número de identificación, la fecha, una escala y una indicación del norte magnético.

14. Antes de desplazar algo, debe medirse al individuo.

15. Extraer todos los elementos y ponerlos en bolsas o cajas procurando evitar los daños. Numerar y poner fechas iníciales a todos los recipientes.

16. Escavar y pasar por una criba o cedazo el suelo situado inmediatamente debajo del entierro. Se debe llegar a un nivel de suelo estéril (libre de artefactos) antes de cesar la excavación y comenzar a rellenar.